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Mitos y leyendas en la nutrición de las personas con insuficiencia cardiaca

18 Jul 2023
Barcelona
insuficiencia cardiaca  nutrición

¡Conocer la realidad es crucial para mejorar nuestra calidad de vida! Aquí están las verdades sobre la alimentación en  personas con insuficiencia cardiaca:

En la actualidad, a pesar de los avances de la medicina moderna existen muchas dudas acerca de cómo actuar entre quienes padecen insuficiencia cardiaca (IC) y es que, no existe una respuesta correcta, pero sí algunas recomendaciones que pueden ayudar a mejorar su estado general.

Este es el caso por ejemplo de las recomendaciones nutricionales y la actividad física, donde la investigación es más escasa, más complicada y en general más reciente. Respecto al estado nutricional del paciente las indicaciones médicas menos actualizadas se ceñían a recomendar aquello que se suponía que era lo mejor para ellos a partir de lo que se sabía de la enfermedad. 
Sin embargo, muchas de estas recomendaciones no tenían base científica ya que no estaban respaldadas por una investigación.

Mitos vs realidad

Mito: el mito más famoso en la alimentación entre quienes padecen insuficiencia cardiaca es la restricción total de la sal en la dieta. Debido a la relación de retención de líquidos con la ingesta de cloruro sódico muchos especialistas esperaban que una reducción de la ingesta redujera, proporcionalmente, el riesgo de aparición de edemas en la pierna y/o el pulmón, que en ocasiones puede acabar en ingresos. 
Realidad: la hipótesis no está confirmada, lo único apreciable sin duda es que una ingesta de sal por encima de 6-8 gr/día sí se asocia con una peor evolución del paciente. Sin embargo, una reducción por debajo de estos niveles no presenta un cambio cualitativo debido, probablemente, a que necesitamos sal circulando en el riñón para que los diuréticos consigan aumentar la diuresis y a que una dieta totalmente sin sal disminuye la palatabilidad y aumenta la desnutrición. 
Recomendación: a partir de esta evidencia, la recomendación es eliminar en lo posible los alimentos procesados, generalmente muy ricos en sal: embutidos, fiambres, enlatados, encurtidos y en general alimentos ultra procesados. 
Nota: seguir esta recomendación permite a las personas añadir a la comida cocinada a partir de alimentos frescos de 1-2 gr/día de sal, de forma segura.

Mito: aumentar la ingesta de agua para favorecer la función del riñón y eliminar más líquidos o restringir su consumo al mínimo para no retenerlos. 
Realidad: no es recomendable aumentar la ingesta para favorecer la diuresis. El objetivo con el tratamiento diurético no es aumentar a una cantidad concreta, como 3 o 4 litros diarios, sino conseguir un balance neutro o ligeramente negativo.  Las personas con IC no deben aumentar de peso por retención de líquidos. Por ello, si se bebe más se debe orinar aún más.
Nota: ante la sospecha de deshidratación por un aumento de pérdidas de líquidos por otra vía (diarrea, sudoración en verano, vómitos), se debe contactar al médico para reducir temporalmente la dosis de diuréticos.

Otras evidencias muestran que:

Realidad: reducir la ingesta es posible que sea útil en algunas situaciones, pero no es la norma general. Puede ser necesaria en aquellas personas que tengan muy mala respuesta a diuréticos y en aquellos que desarrollen un trastorno llamado hiponatremia1
Nota: fuera de estas situaciones, una restricción intensiva de líquidos no parece aportar ningún beneficio, y puede favorecer la desnutrición, ya que muchos alimentos son ricos en líquidos (lácteos, caldos, frutas, suplementos nutricionales). 
Recomendación: consumir líquidos adaptado a la sed en cada momento, evitando forzar tanto la ingesta excesiva como la restricción. Una cantidad adecuada serán aproximadamente 1.5 a 2 litros al día de líquidos totales, no solo agua.

Mito: reforzar la alimentación con algún suplemento de vitaminas o minerales debido a la asociación de algunas enfermedades cardiacas raras al déficit de tiamina o selenio. Sin embargo, no se ha demostrado que la suplementación de ninguno de ellos sea útil de manera sistemática. 
Recomendación: una dieta variada, rica en frutas, verduras, legumbres y pescado, según un patrón de dieta mediterránea garantiza una cantidad más que suficiente de todos los nutrientes. 
Realidad: sin embargo, el déficit de hierro si es habitual en la insuficiencia cardiaca y se asocia, incluso sin existir anemia, a una peor calidad de vida y capacidad de ejercicio. Es por ello importante un control analítico periódico de las personas que sufren de insuficiencia cardiaca para controlar los niveles de hierro y suplementar si es necesario.

[1] niveles de sodio bajo en sangre

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