Hiperglucemia
Consideramos dentro de la diabetes mellitus a un grupo de enfermedades que afectan la forma en que nuestro organismo utiliza el azúcar en sangre (glucosa). Esta es vital para nuestra salud y la fuente de energía de las células que forman los músculos y tejidos. También es el combustible principal del cerebro.
El origen de la diabetes varía según el tipo y fenotipo de pacientes. Sin embargo, independientemente del tipo de diabetes, el trastorno consiste en un exceso de glucosa en sangre. Esta situación puede generar graves problemas de salud, a corto o largo plazo. Por eso es importante asegurar un adecuado control glucémico mantenido en el tiempo.
La diabetes puede ser crónica (tipo 1) o potencialmente reversible (como la prediabetes, la diabetes gestacional y algunos grados de diabetes tipo 2).
Desde un punto de vista metabólico, la causa principal de la hiperglucemia, es una secreción insuficiente o inexistente de insulina en el páncreas. Cuando esta situación es crónica (o agravada por un mal control glucémico) puede provocar complicaciones a largo plazo: disfunción y fallo de diferentes órganos, especialmente de ojos, riñones, nervios, corazón y vasos sanguíneos.
Los defectos en la acción o secreción de insulina se pueden deber a diferentes circunstancias que podemos agrupar en dos grandes tipos: destrucción autoinmune de las células β pancreáticas o anormalidades que provocan la resistencia de diferentes tejidos a la acción de la insulina.
El deterioro en la secreción de insulina y los defectos en la acción de ésta, con frecuencia coexisten en el mismo paciente, por lo que, a menudo, no está claro qué alteración es la causa principal de la hiperglucemia.
La glucosa (“azúcares”) la encontramos dentro del grupo de alimentos que conocemos como “Carbohidratos”. Estos sirven como fuente para proporcionar energía al cuerpo.
Los carbohidratos se clasifican en simples y complejos. Los simples se absorben rápidamente y contribuyen a aumentar los niveles de glucosa en sangre. Dentro de este grupo encontramos los dulces, azúcar, pastelería, arroz, pasta y pan blanco por lo que deben consumirse de forma moderada y reducir su cantidad en la alimentación de las personas con diabetes.
Los carbohidratos complejos son de absorción más lenta y provocan un aumento más lento y progresivo de glucosa en sangre. Dentro de este grupo encontramos las verduras, legumbres, pan, pasta y productos integrales. Cuyo consumo puede aumentarse respecto a los carbohidratos simples, pero siempre dentro de unas cantidades razonables y una alimentación sana y equilibrada.
La ingesta inapropiada de los alimentos que contienen azúcares o carbohidratos puede provocar hiperglucemias, hipoglucemias o fluctuaciones glucémicas que son perjudiciales para la salud.
Unos niveles excesivos o alterados de glucosa en la sangre (altos y bajos) se conoce como variabilidad glucémica y pueden provocar complicaciones si se mantienen durante mucho tiempo tanto a corto como a largo plazo.
Debido a lo comentado anteriormente, es importante combinar una alimentación saludable, ejercicio físico y un tratamiento farmacológico específico que su endocrinólogo/a le indicará de forma individualizada para que la glucosa en sangre se mantenga dentro de unos niveles establecidos como de “normalidad” o “saludables” (80-120mg/dl antes de las comidas y hasta 180 mg/dl 2 horas después de las comidas). Las personas que presentan estos niveles de glucosa en sangre tienen un buen control glucémico.
Cuando una persona con diabetes atraviesa por una situación clínica o enfermedad que aumenta sus necesidades o disminuye su ingesta existen suplementos nutricionales específicos que un médico, enfermera o dietista de referencia pueden recomendar con el objetivo de mantener una ingesta adecuada y mantener un buen control glucémico.