Disfagia y Alzhéimer
Dra. Nuria Reyes Perera
Especialista en neurología en el Hospital General de Valdepeñas.
La disfagia se define como dificultad para tragar, tanto sólidos como líquidos. Aparece de forma frecuente en muchas enfermedades neurológicas y en el caso de la enfermedad de Alzheimer, termina afectando a más del 80% de los enfermos.
A pesar de su relevancia y gravedad es poco conocida y se le da mucha menos importancia de la que tiene, ya que la principal complicación que pone en riesgo la vida del paciente con Alzheimer son las aspiraciones. Estas implican el paso de pequeñas cantidades de alimentos o de bebidas de la vía digestiva a la vía aérea, y normalmente pasan desapercibidas porque son micro- aspiraciones, pero terminan provocando infecciones respiratorias, como la neumonía, que requiere que la persona enferma sea hospitalizada con todas las complicaciones que de ello derivan (desnutrición, encamamiento, inmovilización, etc.). Por ese motivo es de vital importancia detectar la existencia de la disfagia y poder prevenir sus complicaciones.
Enfermedades neurológicas asociadas a la disfagia
La disfagia no es específica de la enfermedad de Alzheimer, puede aparecer en otro tipo de enfermedades neurológicas como el Parkinson, la enfermedad cerebrovascular (ictus), otros tipos de demencia e incluso en el anciano sano como parte del envejecimiento de los tejidos.
En el caso de la enfermedad de Alzheimer, la disfagia es de origen neurógeno y se produce por un retraso del reflejo deglutorio (cierre del vestíbulo laríngeo y apertura del esfínter esofágico) que en condiciones normales impide que el alimento pase a la vía aérea (pulmones).
Aunque parezca extraño, es más difícil tragar líquidos que sólidos ya que se dispersan por la boca y es más complicado dirigirlos al conducto adecuado. No es característica de las fases iniciales de la enfermedad, pero suele aparecer en estadios moderados y sobre todo avanzados de la demencia ya que en esta fase además del retraso del reflejo deglutorio existe una alteración de la coordinación de los movimientos implicados en la deglución.
El paciente con demencia no va a ser capaz de transmitir esta dificultad, no va a decir “me cuesta mucho tragar”. Por eso es muy importante que el cuidador o familiar del enfermo de Alzheimer esté atento a la aparición de señales que le hagan sospechar la existencia de disfagia para llevar a la práctica todas las medidas posibles que sirvan para prevenir complicaciones.