Diagnóstico y manejo de la sarcopenia
14 Jul 2021
Valencia
Dra. Silvana Rada
Médico especialista en geriatría del Hospital La Pedrera.
DIAGNÓSTICO
Existen una serie de síntomas que se asocian con sarcopenia y que es importante no etiquetar como “normales para la edad”; por ejemplo: lentitud de la marcha, dificultad para transferencias (pasar de cama a silla, entrar a la bañera, al coche) cansancio, dificultad para levantarse de la silla, etc.
Tras la aparición de estos síntomas y para diagnosticar a la persona se realizarán pruebas que pueden ir encaminadas a medir la masa muscular, la fuerza muscular o el rendimiento físico.
¿Cómo medir la masa muscular?
- La tomografía y la resonancia consideradas pruebas de referencia en investigación.
- La densitometría (absorciometría) que es una buena alternativa y no sólo para investigación.
- La impedanciometría puede ser útil (posee una buena correlación con las anteriores) y tiene la ventaja de ser portátil.
- La ecografía es otra técnica que se está utilizando para la valoración muscular.
- Para medir la fuerza se suele utilizar el dinamómetro, mide la fuerza de prensión manual y tiene buena correlación con la fuerza en los miembros inferiores. Esta es medida por ejemplo con la fuerza de flexión- extensión de la rodilla pero cuya medición precisa de aparatos más complejos.
- Para medir el rendimiento físico se utilizan pruebas como la velocidad de la marcha, la prueba de levantarse y andar o el test de capacidad de subir escaleras.
MANEJO
Podemos diferenciar 3 pilares fundamentales en el manejo de la sarcopenia: el ejercicio físico, la intervención nutricional y la intervención farmacológica.
Ejercicio físico
La reducción de la potencia muscular está relacionado con la actividad física (a mayor actividad física, menor sarcopenia). Y esto es válido también para el tratamiento. Pero primero hay que diferenciar entre actividad física, ejercicio físico y deporte.
La actividad física es cualquier movimiento del cuerpo producido por una contracción muscular y que aumenta el gasto energético.
El ejercicio físico es una actividad física planificada, estructurada y repetida cuyo objetivo es adquirir, mantener o mejorar la condición física.
El deporte es el ejercicio hecho con fines competitivos.
Dentro del ejercicio físico existen 4 modalidades beneficiosas para los ancianos: de resistencia o potenciación muscular, aeróbicos, de equilibrio y de flexibilidad o elasticidad.
Observación
En relación a la sarcopenia los más beneficiosos son los ejercicios de resistencia o potenciación muscular y se pueden realizar levantando pesas, con máquinas de resistencia o reutilizando bandas elásticas.
Más de la mitad de la población a partir de cierta edad permanece sentada la mayor parte del día. Es importante cambiar este escenario y recordar que nunca es tarde para ello. En los casos en los que no se pueda hacer ejercicio físico como tal, puede ser muy interesante introducir o incrementar la actividad física en la actividad diaria, para tener una “vida activa”. Ejemplos recomendables serían: evitar actividades sedentarias prolongadas ( levantarse al menos cada hora mientras se ve la televisión o el ordenador ), sustituir el ascensor por las escaleras, realizar tareas del hogar, salir a la calle a diario y aumentar paseos por el barrio.
Intervención nutricional
Es importante mantener una buena alimentación tanto en calorías totales como en proteínas. Las recomendaciones sobre la cantidad de proteínas se han ido aumentando en los últimos años y no sólo respecto a la ingesta total a lo largo del día, sino vigilando también la cantidad ingerida en cada una de las comidas.
Cuando no se consigue alcanzar el objetivo deseado con la dieta puede recurrirse a la prescripción de suplementos nutricionales orales eligiendo el que más se adapte a cada caso según sus necesidades, características y enfermedades acompañantes.
Existen programas de tratamiento de la sarcopenia y de la fragilidad que incluyen de forma combinada intervenciones nutricionales y de ejercicio físico, con eficacia demostrada. Señalar que es importante también la relación temporal entre el momento del ejercicio físico y el momento de la ingesta de proteínas.
Intervención farmacológica
En último lugar, existen múltiples estudios sobre fármacos en sarcopenia entre los que se incluyen: hormona del crecimiento, testosterona o vitamina D. Esta última, a medio camino entre nutrición y tratamiento farmacológico, ha demostrado mejorar la fuerza y disminuir riesgo de caídas y fracturas. Sin embrago, se precisa de más estudios para confirmar el efecto y la indicación de los tratamientos farmacológicos.
Conclusión
Es importante prevenir la pérdida de la masa muscula, al igual que la posibilidad de revertirla una vez aparece con tratamiento (ejercicio y nutrición fundamentalmente); así como destacar la relevancia de la sarcopenia y de la “salud muscular” por su relación directa con la función y la independencia y por tanto, con la calidad de vida, objetivo que debemos perseguir siempre.
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